Anastasia Soare es una mujer romana que creció estudiando arte y arquitectura, con el sueño de poder emigrar a los Estados Unidos para escapar el régimen opresivo que estaba instalado en su país. Cuando finalmente se le cumplió, se encontró en un salón de belleza sin saber hablar casi nada de idioma inglés, sólo lo mínimo y tuvo la suerte divina de que su primer clienta fue nada más ni nada menos que… Cindy Crawford (mega diosa del olimpo) Luego siguieron llegando las super modelos, Naomi Campbell incluída, y ella les preguntaba, “Querés que te haga las cejas también?” cuando nadie les prestaba mucha antención en ese momento. Fue a su jefe y le contó que durante sus estudios de Arte estudió la proporción divina (Golden Ratio) y la teoría de las proporciones de Leonardo da Vinci. Le explicó que cuando un artista desea cambiar la emoción de un sujeto sólo se le cambia la forma de las cejas. Su jefe, y dueño del salón no estuvo de acuerdo con que ella hiciera las cejas de las clientes, así que decidió alquilar una habitación en otro negocio y empezar a trabajar ahí por cuenta propia.

Todos pensaron que se había vuelto loca, porque no manejaba el idioma y luego porque hay gente que nacen en Estados Unidos que no tienen sus propios negocios y allí estaba ella intentando abrir el suyo. “No me importa” se dijo, “Lo tengo que hacer, vine a ser relevante y quiero hacer más de lo que hice en Rumania. Trabajé los siete días de la semana desde las 9 de la mañana hasta las 10 de la noche”. En el año 94 la revista Vogue sacó el primer artículo de esta mujer llama Anastasia que hacía cejas y en el mismo número se hablaba del libro Making Faces del GIGANTE Kevyn Aucoin (adquiéranlo, es un tesoro!) donde hacía incapié en la importancia de las mismas. Desde ese momento explotó todo: ya no tenía tiempo para hacer otra cosa que no fueran cejas. Ella comenta que le parece que las cejas son el rasgo más difícil en el que destacarse. Todos tenemos una estructura ósea diferente, una textura y un color distinto. Pero ya lleva más de 25 años haciéndolo y todavía lo disfruta. La marca toma ventaja de la explosión de las redes sociales y los llamados “influencers”. Personas (no necesariamente profesionales) que postean fotos/videos/snaps usando los productos. Se les da prioridad a las que posean buena calidad fotográfica y tengan un número elevado de seguidores, exponiendo los nuevos lanzamientos a la mayor cantidad de gente posible, sin necesidad de invertir en propagandas clásicas. Esta conexión con todo lo que pasa en el modo de comunicarnos viene de la mano de la hija de Anastasia, Claudia, la presidenta de la marca.